Desafíos éticos en Internet: ¿necesitamos periodistas? (II) - La letra corta

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2 de marzo de 2017

Desafíos éticos en Internet: ¿necesitamos periodistas? (II)



“Él, que sólo busca habitualmente sinceridad, verdad, emanciparse de los engaños y protegerse de las incursiones seductoras, representa ahora, en la desgracia (…) la obra maestra del fingimiento; no presenta un rostro humano, palpitante y expresivo, sino una especie de máscara de facciones dignas y proporcionadas; no grita y ni siquiera altera su voz; cuando todo un nublado descarga sobre él, se envuelve en su manto y se marcha caminando lentamente bajo la tormenta”.
Nietzsche

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Internet, más allá de una red


Sin dudas, el ciberespacio exige nuevas capacidades debido, principalmente, a la aceleración de los procesos, a la abundancia de fuentes informativas, a la complejidad surgida a partir de las nuevas maneras de hacer, y a la simultaneidad de acciones y procedimientos. Este escenario se caracteriza generalmente por su ambivalencia y, por tanto, exige  la renovación de nuestras habilidades para actuar en situaciones de tensión y conflicto. 


Internet se destaca en la actualidad por brindarnos un conjunto de herramientas valiosísimas: constituye un entorno de interacciones humanas y nos ofrece muchas modalidades para el acceso a la información, para la comunicación y para el aprendizaje. 


En ese sentido es fundamental, como decía Castell, “ver a Internet no como una tecnología simplemente; sino como un medio de comunicación  que constituye la forma organizativa de nuestras sociedades, es el equivalente a lo que fue la factoría  o la gran corporación en la era industrial. Internet es el corazón de un nuevo paradigma sociotécnico que constituye en realidad la  base material de nuestras vidas y de nuestras formas de relación, de trabajo y de comunicación. Lo que hace Internet es procesar la virtualidad y  transformarla en nuestra realidad, constituyendo la sociedad red, que es la sociedad en que vivimos”

Esta relación entre el hombre y dichos avances técnicos, nos obliga a replantearnos
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cuestiones éticas, principalmente por los cambios que generan no solo en interacción entre los diferentes individuos, sino, porque se transforman las prácticas y relaciones educativas (experiencias de educación a distancia, las aulas virtuales, campus, videoconferencias), así como los mecanismos para producir y obtener información a través de la red de redes, ya que se hace novedosa la construcción del  conocimiento a partir de nuevos métodos integradores, abiertos y flexibles. La renovación de las maneras de hacer periodismo también nos obliga a reflexionar en torno a estos cambios, para actuar en consonancia y no quebrantar las disposiciones morales y éticas que necesariamente deben regir el proceso mediático.

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¿Quién dice las verdades en Internet? 

Es difícil conceptualizar la verdad en sí misma (principalmente por el riesgo de caer en absolutismos equívocos), pero es imprescindible mencionar aspectos que están directamente relacionados con ella, fundamentalmente elementos como la manipulación de información, la confrontación de fuentes, la adecuada selección de los hechos que merecen nuestra atención de acuerdo a los intereses del público y el intento constante por ser lo más objetivos posible, temáticas medulares en el ejercicio del periodismo. 


Específicamente con respecto a Internet, complementan este conflicto sobre la construcción de la verdad, tópicos como: la igualdad que existe entre los ciudadanos (con conexión al mundo digital) y los profesionales de la comunicación para expresarse a través de blogs, páginas digitales, redes sociales; y la libertad tanto social y política para exponer sus ideas, para relacionarse con determinadas personas, para tener acceso a fuentes con las que quizás antes no podían interactuar, así como su independencia para tomar la decisión de publicar o no determinados contenidos. 

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Intervención de Ignacio Ramonet durante la presentación del libro La explosión del periodismo
¿Quién dice las verdades en Internet? 

Es difícil conceptualizar la verdad en sí misma (principalmente por el riesgo de caer en absolutismos equívocos), pero es imprescindible mencionar aspectos que están directamente relacionados con ella, fundamentalmente elementos como la manipulación de información, la confrontación de fuentes, la adecuada selección de los hechos que merecen nuestra atención de acuerdo a los intereses del público y el intento constante por ser lo más objetivos posible, temáticas medulares en el ejercicio del periodismo. 


Específicamente con respecto a Internet, complementan este conflicto sobre la construcción de la verdad, tópicos como: la igualdad que existe entre los ciudadanos (con conexión al mundo digital) y los profesionales de la comunicación para expresarse a través de blogs, páginas digitales, redes sociales; y la libertad tanto social y política para exponer sus ideas, para relacionarse con determinadas personas, para tener acceso a fuentes con las que quizás antes no podían interactuar, así como su independencia para tomar la decisión de publicar o no determinados contenidos. 

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Y precisamente en cuestiones como la manipulación de información, la libertad que brinda Internet, la abundancia de textos, muchos de los cuales no pertenecen a la autoría de  profesionales de la prensa, o la polémica de qué se publica y qué no se publica, nos obliga a volver a los presupuestos sobre la verdad, a las nefastas consecuencias de distorsionar las realidades. Hoy estamos llamados a conocer, actuar y minimizar conflictos éticos que proliferan en Internet con respecto a cómo se hace y cómo se dice la verdad en la red de redes.


“Internet es totalizador y establece, no sin riesgos, una nueva lógica, distinta de la producción fordista, típica de la era industrial. En aquella época aunque una pluralidad de obreros especializados, pudiese contribuir  a la fabricación de un producto, este al final era entregado completo, acabado, cerrado, y se correspondía punto por punto con el proyecto inicial. Esto ya no es así. La lógica de la información online es la de lanzar una noticia en bruto (en ocasiones incluso aproximada) para después corregirla, modificarla o enriquecerla de forma permanente y en cualquier momento… La información se está volviendo un work in progress, un material de constante evolución, una especie de conversación, un proceso dinámico de búsqueda de la verdad, más que un producto terminado” (Ramonet, I. 2011).

Y es entonces cuando repensamos nuestro papel como profesionales de la palabra, cuando muchos tienen tantas o más opciones que nosotros mismos para insertarse en ese proceso de difusión de información. Las consecuencias de tal situación, atenta también contra la representación más fidedigna de la realidad que exponemos, por un lado porque muchos pueden  complementar el trabajo que iniciamos, por otro lado, porque quizás muchos digan lo mismo que nosotros, a la misma vez que nosotros, y se roben la atención de los usuarios. Además, como la califica la periodista cubana, Milena Recio Silva, la información en Internet tiene un carácter viral y “un error puede convertirse en un megaerror”.


A pesar de la gravedad del asunto, muchas veces ha quedado relegado a un segundo plano. Como decía Humberto Eco, nada en el mundo merece más cautela que la verdad, incluso, podemos mentir, diciendo la verdad.


Internet propicia una mayor aproximación entre culturas diferentes, entre personas distintas. Este nuevo sistema de relaciones, nos conduce a una revisión de las bases de nuestro sistema de valores y creencias. Y quizás la preocupación no radica en cuestionar estos orígenes diversos, sino, a partir de la tolerancia, crear mayor fortaleza en las cuestiones éticas partiendo de la base moral existente, para sobre sus mismos postulados, ampliar el diapasón.


Al final, como muchos especialistas, teóricos e interesados en el tema han planteado, son viejos problemas en nuevos escenarios. 

Periodismo en la era Internet: regulaciones y autorregulaciones
El periodismo es en sí un servicio que prestamos a la sociedad y que debe estar vertebrado por fundamentos morales profundos que valoricen aún más ese hecho de debernos al público.

desafios-internet-laletracortaEs imprescindible tener en cuenta las expectativas de las audiencias, de acuerdo al contexto informativo real en el que vivamos (y en el que accionamos como profesionales al mismo tiempo que somos individuos comunes). No obstante, las rutinas profesionales hacen de la verdad esperable del periodismo una verdad informativa construida por el sujeto informador, y por supuesto, todo ello se conjuga con el reflejo de la posición ideológica del medio para el que trabaja ese profesional. No sin razón, coinciden muchos especialistas al plantear que la mayoría de los problemas de credibilidad de los medios,  surgen por la falta de adecuación entre la praxis periodística y las expectativas de los públicos cuando estos saben que no están recibiendo el servicio público que se merecen.


A diario los profesionales de la comunicación asumen posturas muy críticas frente a la desvinculación entre los intereses de las audiencias (a las que ellos pertenecen, de una manera u otra) y el contenido y la forma de los mensajes que se transmiten a través de esos medios de comunicación donde trabajan. Esta polémica cobra mayor fuerza en estos años de avances informáticos, porque en muchas ocasiones se traspola a plataformas “alternativas” como los blogs personales de los propios periodistas. desafios-internet-laletracorta
“El  impacto  sobre  los  sistemas  de  medios  de  la  conciencia  moral,  de  las normas,  ideologías,  hábitos,  ritos  y  mitos  son,  a  su  vez, mediaciones sistémicas que contribuyen a regular la comunicación.” (García, L. 2004)

El propio Julio García Luis plantea que la regulación y autorregulación de la prensa se condicionan, complementan e interrelacionan dialécticamente. Es por ello que el análisis de esta combinación constituye premisa fundamental para un desarrollo positivo de la prensa, y más aún a partir de los nuevos desafíos en Internet.

Hoy este tema resulta de interés tanto para los profesionales de la comunicación como para el público que finalmente sufre las nefastas consecuencias de disposiciones heredadas y asumidas, a veces, con desafecto e insatisfacción, lo cual provoca una cadena de acciones ineficientes que no satisfacen las necesidades de las audiencias  (ahí entrarían a actuar también los públicos -no periodistas de formación- que deciden crear sus propios espacios de comunicación e información en la red de redes).

 “Tal vez no tengamos plena conciencia de la magnitud del poder del periodismo, que nada tiene que ver con esa anacrónica mitología burguesa del cuarto poder, sino al inconmensurable poder de movilizar el pensamiento desde el pensamiento mismo, de desatar ideas e incentivar el debate enriquecedor, en una misión transformadora”. (Rius, H. 2008)

Tales funciones o metas, por supuesto, deben basarse en el respeto y la lealtad (más extremos) a la realidad. Todo ello cobra mayor importancia al cristalizar en el hecho de que “el compromiso personal con la verdad tiene una inmediata y querida dimensión y repercusión social”, diría Argejes.

En fin, la labor informativa debe tener como principal objetivo, buscar esa verdad fiel a los hechos y finalmente traducirla en la información periodística, en el producto comunicativo definitivo. Como profesionales es imprescindible entrenarse en este sentido para cultivar un carácter y un desempeño adecuado a los preceptos morales que abogan por la veracidad, la precisión y la honestidad. 
desafios-internet-laletracorta“Mas, ese ejercicio, esa puesta en marcha de unas actitudes profesionalmente exigibles, necesita de otra virtud, la prudencia, que no reste un ápice de profesionalidad a la tarea, sino que, es más, garantice la vinculación esencial entre el comportamiento moral personal y el desarrollo de la labor profesional del periodista. De la actitud del periodista, en concreto de la veracidad, depende que el profesional lleve a cabo la transición entre los tres niveles ontológicos de realidad en sí (lo que sucede), la realidad fenoménica o realidad que graba y capta con sus instrumentos profesionales, y la realidad informativa que construye y llega a los públicos”. (Chillón Lorenzo, J.M. 2011)

Es la prudencia, entendida por muchos como una especie de lucidez intelectual para la acción moral,  la que debe acompañar al periodista en su tarea de trasmitir informaciones, hecho en sí, marcado por  el constante acecho de la subjetividad y que pone a prueba la responsabilidad del propio profesional.

“La responsabilidad, la verdad, la honestidad, la independencia, el respeto al ser humano, a sus derechos, la calidad de la información, el equilibrio, la búsqueda honesta de la verdad son inmediatamente percibidos como valores fundacionales de todo proceder ético en el periodismo y como principios de actuación en el campo.” (Herrera Miller, K.M. s/f) (Por Laura Barrera Jerez) 



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