Cuba, la Llave
del Golfo, como antaño le llamaban, cuenta con una riqueza histórica envidiable
sobre lo cual valdrÃa la pena contar, sobre todo ahora que el olvido pareciera
estar de moda.
Foto: Laura Barrera Jerez |
Hay una isla en medio del Caribe de la que pueden escribirse
mil historias. Una isla larga y estrecha, firme y polÃticamente incómoda para
muchos, una isla de la que les voy a contar.
Con poco menos de 11 millones de habitantes ha sido en los
últimos quinientos años la joya preferida por no pocos. Los españoles llegaron
aquel lejano dÃa de finales del siglo XV y afirmaron haber encontrado la
“tierra más hermosa que ojos humanos
habÃan visto”.
Cien años después era la tierra más fortificada del
continente, escala natural y obligatoria para los grandes barcos de la corona
que, cargados con toda la riqueza de la América hispana, a la que le fueron quitando
hasta las ilusiones, llegaban a estos lares para abastecerse de alimentos,
mujeres y buena vida.
A los ibéricos le hicieron la competencia los piratas, corsarios
y bucaneros. Cada uno con sus propias estrategias, banderas particulares o
inglesas, francesas, hasta del lejano Portugal. Desolaron La Habana no pocas
veces. De Santiago de Cuba, la segunda plaza en importancia de esta isla,
hicieron la ciudad por excelencia para el contrabando.
Se la discutieron los africanos a su modo, si bien no por la
fuerza al menos en lo cultural. Cundo llegaron por miles para satisfacer la
necesidad de mano de obra que habÃa creado el exterminio casi masivo de los
aborÃgenes, no les quedó más remedio que inventarse sus dioses, a medio camino
entre Santa Bárbara y Changó. Y tras los
esclavos vinieron los chinos y haitianos y canarios y gallegos…
Cuando la independencia se podÃa tocar con las manos, allá en
el último lustro del siglo XIX, los vecinos del Norte, queriendo asegurar sus
inversiones, se sumaron a la guerra y de paso se quedaron dando vueltas los
próximos sesenta años. Bien por la fuerza, bien por la diplomacia a punta de
pistola o por el pleno dominio económico, dibujaron esta isla a su justa
medida.
Para entonces se habÃan acumulado los muertos suficientes, y
los vivos también, a quienes no les faltaban las energÃas para expulsar a todo
lo que se opusiera a la independencia plena y absoluta.
Dicen que fue en enero del cincuenta y nueve cuando otra
historia comenzó. Otra historia de adelantos y retrocesos, de logros innegables
y errores no menos importantes. Entonces fue esta tierra amiga de los
guerrilleros de América, sitio de avanzada para la Rusia soviética en medio del
Caribe, donante voluntaria de su sangre para Vietnam, gran ejército para la
liberación de Angola y Namibia, fuente de ánimos para la Revolución Sandinista
de 1979, refugio natural para los expulsados de sus propios paÃses.
A esta Isla en medio del Caribe le faltan muchas historias por contar. De cómo ha aprendido a repartir equitativamente
su pobreza a falta de riquezas, de cómo el socialismo aun no encuentra su
modelo económico, de cómo la educación y la cultura pueden alimentar tanto como
el arroz, de cómo se puede ser grande en medio de estas dos Américas dispares.
De esta isla en peso, como escribÃa un poeta falsamente
reivindicado en esta tierra, valdrÃa la pena contar, con sus luces y sus
sombras, ahora que la historia parece que ha vuelto a empezar. (Por Eduardo Pérez Otaño, publicado en www.eltoque.com)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comente acá... porque somos de letra corta: