Teatro Alhambra: presencia y expresión (IV y final) - La letra corta

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17 de enero de 2017

Teatro Alhambra: presencia y expresión (IV y final)



El Alhambra que nos queda
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El Teatro Alhambra desde sus inicios tuvo el objetivo de entretener al público y desvirtuarlo de la realidad que le circundaba. La sociedad de aquellos años, dirigida a la malversación, la explotación y la miseria espiritual de España primero, y Estados Unidos después, hicieron que el arte, el teatro en este caso,  satirizara aquellos tiempos a partir de los problemas sociales y las necesidades de la población de entonces.
El negrito, la mulata y el gallego eran tres personajes clásicos que ofrecían la mirada  del pueblo. Eran personajes que recreaban necesidades y deseos de la  propia sociedad pero desde el teatro. Quizás esa visión a través del arte ofendía menos, hacía reír más y demostraba que todo cambia, que desde la escena también se ofrecen conceptos, políticas, ideologías, identidad, pues en definitivas,  si el espectador los asume y reacciona es porque entiende.
Los espectadores eran parte de la escena. Pero la palabra espectadores es muy amplia, espectadores no,  hombres que se recrean, porque en los textos del Alhambra los sainetes tenían escenas pornográficas, aunque también reflejaban el costumbrismo, el solar y  la política, pero aquellas escenas estaban prohibidas a las mujeres.
El Alhambra no necesitó de frases groseras ni las llamadas  malas palabras para captar atenciones, porque el propio equipo de trabajo no lo permitía.
Es una pena que en la actualidad queden, si así sucede, muy pocos grupos de teatros y autores que sigan la herencia dejada por Alhambra. Porque  a cualquier persona que supere los cuarenta años de edad se le puede preguntar por aquel Teatro y si no tiene la experiencias de sus funciones tiene el recuerdo de lo que otros le comentaron. Actualmente muchos grupos de teatros sí necesitan hacer desnudos evidentes para captar la atención, sí necesitan decir groserías para captar la atención y sí necesitan las llamadas malas palabras para captar la atención, entonces, ¿qué tipo de teatro se hace hoy? ¿Quiénes están equivocados,  Villoch, Robreño, los públicos de aquella época o el grupo del Teatro Alhambra?
Lo único que ha quedado del Alhambra, quizás más evidente, es la burla que todavía se hace de la vida del propio cubano, aunque en aquel entonces estaba el negrito, el gallego y la mulata que los representaba. Hoy cualquier actor  nos propone una situación social y nosotros nos reímos desde los asientos.
El Alhambra demostró a los cubanos cuál era su verdadera identidad. Antes solo se tenía lo de España y los españoles, las zarzuelas y los estilos de vida de aquellos hispanos. Este teatro creó un espíritu de identificación con lo verdaderamente cubano: la rumba, la burla, los gestos y la necesidad de defender lo que nos pertenece.
El teatro Alhambra mantuvo las técnicas del teatro bufo que le antecedió: la parodia, el choteo, el tono pornográfico y la música que en ocasiones servía de transición en las escenas y en otras sustituía la palabra de los actores para continuar las acciones de la obra. No obstante, aunque retomó las maneras de hacer del teatro bufo, también las actualizó adaptándolas a los nuevos contextos sociales y estéticos.
Alhambra llenaba las  tres tantas diarias, aunque lamentablemente no quedan muchosde los libretos de las obras presentadas, pero sí se conoce que fueron más de dos mil piezas teatrales, una prolífera producción cuyos textos se enriquecían en el escenario con la presencia de la música, los bailes, la escenografía, los vestuarios llamativos y las improvisaciones de los actores.
Entonces, como dice Rosa Iliana Boudet, “volver al Alhambra, desempolvar sus libretos y entender su enigma, deleitarse con su música e imaginar a sus actores en el ritual de los camerinos es recorrer una historia subterránea y preterida que es, presencia y expresión.” (Por Laura Barrera Jerez y Yoel Almaguer de Armas)

Fuentes consultadas:

  • Artiles, F. 1980, "Teatro culto y popular en la seudorrepública". En Conjunto n. 47, oct-dic, 1980, p.77.
  • Boudet, R.I. 2001: “Teatro Alhambra, parodia y simulacro”. Disponible en www.jiribilla.cu. Consultado el 12 de diciembre de 2013.
  • Espinoza Mendoza, N 2009, Escenarios que arden. Miradas cómplice al teatro cubano contemporáneo. Letras Cubanas.2012

  • Picart, G. 2009: “Minúscula historia del Teatro Alhambra”, disponible en ginapicart.wordpress.com. Consultado el 12 de diciembre de 2013.

  • Robreño, E. 1979,Teatro Alhambra (Antología). Letras Cubanas, La Habana, Cuba

  • Leal, R. 1982: La selva oscura. Editorial Arte y Literatura, La Habana, Cuba.

  • Teijeiro, J. T. 2012 (a), “Del teatro bufo al teatro vernáculo”. Disponible en www.cubaliteraria.cu. Consultado el 17 de diciembre de 2013.

  • Teijeiro, J. T. 2012 (b), “Federico Villoch, el más prolífero autor del teatro vernáculo”. Disponible en www.cubaliteraria.cu. Consultado el 17 de diciembre de 2013.

  • Teijeiro, J. T. 2013, “Los hermanos Robreño, escritores para el vernáculo”. Disponible en www.cubaliteraria.cu. Consultado el 17 de diciembre de 2013.

  • Zamora Fernández, R. 2000: “Notas para un estudio de la identidad cultural cubana. Tomado de: Pensamiento y tradiciones populares: estudios de identidad cultural cubana y latinoamericana. La Habana, Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana “Juan Marinello”, La Habana, p. 175-212.

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