¡Hay
que destruir el teatro o vivir en el teatro! No vale silbar desde las ventanas.
F.G.L
Por
Laura Barrera Jerez
El
perro de Carlos se llama Federico. Los animales quizás no entiendan los
símbolos, pero al final, cada objeto o sujeto existente es una alegoría.
Desde
hace muchos años, Carlos hace teatro. Lorca
le había dado las pistas: ¿Por qué cuatro caballos blancos componen el público?
¿Por qué un joven de quince años no puede interpretar el personaje de Julieta?
¿Por qué Gonzalo abomina las máscaras y ama al Director? ¿Por qué son los
Estudiantes quienes entienden que al
final no importa si el otro es hombre, mujer, niño o cocodrilo: basta
enamorarse?
Ser
homosexual en 1930 era un delito. Además, corrías el riesgo de hacerte millones
de preguntas como estas y terminar escribiendo una obra como “El Público”. Federico
García Lorca lo sabía: “Todo el teatro sale de las humedades confinadas. Todo
el teatro verdadero tiene un profundo hedor de luna pasada. Cuando los trajes
hablan, las personas vivas son ya botones de hueso en las paredes del calvario”.
Lorca
entendía que era una obra irrepresentable en aquel momento. Sus amigos no comprendieron
nada cuando Federico la leyó frente a ellos. Entonces, le entregó los papeles a
Rafael Martínez Nadal. El autor no estaba apresurado, se conformó con pronosticar
que diez o veinte años después, la obra
sería un éxito.
Lorca
fue asesinado. El manuscrito estuvo en silencio más de cuarenta años. Aún había
caballos en el público, las máscaras escondían deseos y muy pocos se atrevían a
travestir a Julieta.
Pero el
drama regresó aquí. El dramaturgo y poeta español había escrito parte de la
obra en Cuba y alguien le devolvía la deferencia sesenta y cuatro años después.
En
1994 La Habana acoge la puesta en escena de “El Público”. Desde 1992, un grupo
de actores dirigidos por Carlos Díaz se identifica con el nombre de este texto.
En 1990 Carlos se había estrenado como director. Y desde siempre apostó por el teatro dentro del teatro, como lo llamaba Federico.
¿Cuánto
del pensamiento de un hombre habita en el espíritu de otro hombre? ¿Cuánto de
la obra “El Público” se ha quedado en el grupo de teatro El Público?
Ojalá
vuelva ese drama a algún escenario cubano y ojalá vuelva con Carlos Díaz,
porque después de ver tantos espectáculos suyos, cualquiera puede imaginar la representación de 1994: Lorca hubiera
estado orgulloso. Y aunque en el público siempre quedan caballos, si se
repitiera la experiencia, otros estaríamos satisfechos por las dudas y los
cuestionamientos de las metáforas. ¿Cuánto del pensamiento de un hombre habita
en el espíritu de otro hombre?
Mientras,
en su casa-confesionario Carlos escucha a sus amigos, como Lorca hacía con los
suyos, para compartir lecturas y sufrimientos. A los que recibe en su teatro, amigos
de una noche, les muestra que detrás de un biombo, cualquiera puede cambiarse
los pantalones por un traje de bailarina… ¿Cuánto de la obra “El Público” se ha
quedado en el grupo de teatro El Público?
Por
suerte, aprendimos con Lorca que la libertad es la meta. Quizás por eso el
perro de Carlos se llame Federico, aunque muchos animales no entienden esas alegorías.
Lorca es ley para Carlos. Los de la platea tienen la última palabra. No vale
silbar desde las ventanas.
CRIADO. Señor.
DIRECTOR. ¿Qué?
CRIADO. Ahí está el público.
DIRECTOR. Que pase.
Nota: La
foto fue tomada durante la presentación escénica de la obra “El Público”, por
el grupo de teatro homónimo. Disponible en: www.teatroelpublico.cult.cu
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