“Oye la confesión de mi secreto: nunca he sabido
con certeza
qué cosa es la actualidad. ¿La actualidad es
la que aparece en la televisión?
¿La que se encuentra
en los periódicos? (…) ¿La social o religiosa?
(…)¿La actualidad de
mi casa? ¿La de mi edad o la de mi cuerpo? Vaya misterio.”
Antón Arrufat
La gente aplaude en los cines, grita en
los conciertos y se estremece en los teatros. Y… ¿qué sucede cuando consumen la prensa nacional? Vivimos una guerra
de símbolos y metáforas. El presente tiene las razones. El futuro reclama.
Foto: Laura Barrera Jerez |
En
la calle Línea de La Habana, el teatro Trianón. Desde octubre de 2013 y por un
buen tiempo, en el portal, un cartel nos devoraba: “Antigonón, un contingente
épico”. Adentro: cuerpos desnudos, los gritos a Patria, el homenaje eterno a un
Abdala-Maceo y a otros héroes cotidianos que quizás limpian zapatos para poder sobrevivir...
El
seis de febrero de 2014, el director y guionista Ernesto Daranas estrenó una
película: a Carmela le gusta que las
palabras suenen, con 12 años Chala cría perros de pelea para ayudar
económicamente a su madre drogadicta, una estampita de la Caridad del Cobre en
el mural del aula es la mayor inquietud de varios directivos si se avecina una
inspección…
Buena
Fe canta: No tuvo culpa el papel por lo
que aguante, ni el instrumento por el disonante acorde, ni las posturas para
que se vea elegante la recia porra que cuelga del uniforme… Ay, la culpa, la
maldita culpa no la tiene nadie…
Marzo
siete, 2014: en una conferencia para estudiantes de la Facultad de Comunicación
de la Universidad de La Habana, un periodista le pregunta al auditorio por qué
en Cuba hay tantas personas que hurgan en los basureros, por qué el periódico
para el que trabaja tuvo que disculparse con sus lectores porque habían
publicado la respuesta de un funcionario y este había mentido. Durante el
debate, resurge el tema de la sección “Cuba dice”, del Noticiero Nacional de
Televisión: las personas orinan y hacen el sexo en los monumentos. Una actitud
antisocial y de incultura ciudadana. Pero, ¿a dónde pueden ir las personas a
hacer el amor?
Desde los días grises hasta la
repolitización del arte
En la
década del 60, del siglo pasado, los destinos de nuestro país se debatían en
las polémicas culturales. Años después dijo la intelectual cubana Graziella
Pogolotti que la premura del hacer imponía la premura del pensar. Erramos y
arrastramos los errores.
Muchos,
como el propio Ernesto Che Guevara en su artículo El Socialismo y el hombre en
Cuba (marzo, 1965) consideraban que no
había artistas de gran autoridad que a su vez tuvieran gran autoridad revolucionaria.
Las discusiones superaban el ámbito artístico para imbricarse en el mundo de
todos y cada uno de los procesos culturales que vivía el país. Muchos artistas
fueron marginados y silenciados: el arte necesariamente debía aportar a la
convocatoria política: “el realismo socialista” restó creatividad y valor estético.
Y
cuando hablamos del penoso Quinquenio Gris, regocija pensar que el sufrimiento
de aquellos años fue beneficioso. Del triunfo de la mediocridad (como Ambrosio
Fornet nombra a aquel período), nació el ímpetu del espíritu, la confianza de cada cual para defender su propio arte.
Comenzábamos
a comprender. El poder está distribuido en diferentes niveles, cada cual debe
saber manejar esa fuerza bajo su responsabilidad porque los desaciertos marcan
a los hombres y a los procesos sociales.
Tanto
en la esfera de la producción, en la de la política, en la administración, en la
cultura, existen intelectuales. Así nos presentaba Gramsci tal concepto, en
tanto estos individuos participen en la labor de la producción, reproducción y
difusión de valores, modos de vida, principios de organización del espacio. En
todas esas dimensiones se construyen instrumentos de hegemonía y de
contrahegemonía.
El
peligro: la interpretación incorrecta de ese flujo recíproco de conocimientos,
ideas, posibilidades, soluciones. La regulación y la autorregulación de
cualquier proceso productivo son aspectos determinantes para el resultado final
de tal empeño y para su repercusión social.
En
el propio contexto en el que colisionan y se transforman las políticas
culturales, emergen y se construyen los sentidos sociales. Hoy el arte
diversifica su poder y cada vez gana más
espacio como plataforma para la
ponderación ciudadana, como práctica emancipadora del sujeto social.
Periodismo: ser o… ser
En
1976 se crea el Ministerio de Cultura y bajo su autoridad estarían el Instituto
Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), el Instituto Cubano de la Música (ICM), el Instituto
Cubano del Libro (ICL)... Por su parte,
el Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT) queda subordinado al aparato
ideológico del Partido Comunista de Cuba (PCC), disposición que se mantiene
desde entonces y que también incluye a los medios de prensa impresos.
Mientras,
la ruptura entre realidad cotidiana y expresión periodística suscita debates,
desgarra ilusiones y resta confianzas. La política de regulación de la prensa
es un tema que resulta de interés tanto para los profesionales de la
comunicación como para el público que finalmente sufre las nefastas
consecuencias de disposiciones heredadas y asumidas, muchas veces, con
desafecto y agobio.
El
síndrome del periodismo de reafirmación se ha entronizado en el panorama
mediático. ¿Qué condiciones sociopolíticas y económicas han producido este
divorcio entre las producciones mediáticas y los intereses de los públicos?
La
confección de una agenda institucional y no de una agenda temática propia,
actúa en detrimento de la funcionalidad de los medios para las audiencias. En
Cuba, el periodismo sufre una crisis de credibilidad.
Salvarlo
implica, primero, reconocer tales deficiencias y después, asumir el reto del
riesgo, de la polémica, de la diversidad de criterios y maneras de actuar.
El arte de hacer periodismo
Muchos
estudios desde la academia denuncian estas deficiencias. La representación
social de la
opinión pública en los medios de prensa es una tarea pendiente.
Pero esas conclusiones, repetidas una y otra vez, nos hacen replantearnos tal cuestionamiento.
Hoy, no son Internet o el periodismo ciudadano los principales competidores de
los profesionales de la prensa en Cuba: otros espacios están supliendo esas necesidades
de representación de los públicos.
Foto: Laura Barrera Jerez |
Es
inmenso el abismo que aún queda entre los discursos periodísticos y la realidad
reflejada por una película como Conducta,
las reflexiones de la música de Buena Fe o el desafío constante de los símbolos
en una puesta en escena.
La
gente aplaude en los cines, grita en los conciertos y se estremece en los
teatros. Y… ¿qué sucede cuando consumen
la prensa nacional?
Vivimos una guerra de símbolos y metáforas. El
presente tiene las razones. El futuro reclama. (Por Laura Barrera Jerez)
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