En una urbe con casi cinco siglos de historia, saqueos,
cierre de puertas tras el aviso de un cañonazo, se erige la obra que enlaza dos
construcciones históricas, La Torre de La Chorrera y El
Castillo de La Punta.
El malecón habanero deviene en sÃmbolo de la isla y un mundo en sà mismo. De niño se torna agradable, de adulto resulta un boleto hacia la contemplación.
Foto: Yasset Llerena Alfonso. Texto: Isely Ravelo Rojas |
Balcón de emblemáticos hoteles como el Hotel
Nacional, muro de contención que custodia
la ancha avenida, sirve de asiento a millares de visitantes nacionales y extranjeros.
Como pasaje al infinito, ha sido desde la colocación de la primera piedra hasta
hoy, una obra arquitectónica que parece desafiar al tiempo.
Foto: Yasset Llerena Alfonso. Texto: Isely Ravelo Rojas |
Foto: Yasset Llerena Alfonso. Texto: Isely Ravelo Rojas |
Foto: Yasset Llerena Alfonso. Texto: Isely Ravelo Rojas |
Las excusas para llegar a él son múltiples ante un sitio
inagotable: tomar el aire del mar, meditar, trazar metas individuales, invocar
las añoranzas. Todos, bañistas, pescadores y amantes, vuelven al muro rompeolas
testigo fiel de los acontecimientos más vibrantes de esta ciudad.
Es el reflejo de tiempos diversos: para unos, esa lÃnea
que traza el camino desde la infancia; para otros, el cauce de disÃmiles
senderos manteniendo la huella de todos sus años. La nostalgia parece estar siempre
en cada espectador, tal vez como mágica fórmula para el reencuentro.
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