El país de la siguaraya - La letra corta

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28 de diciembre de 2016

El país de la siguaraya



El Bárbaro del Ritmo, Benny Moré la hizo popular "Esa mata es siguaraya que sin permiso no se puede tumbar." Así dice el antológico tema, mientras que la fraseología cubana extiende su significado. Para dar muestra de que una situación está complicada podemos oír a cualquiera gritar ¡Le ronca la siguaraya! Con estos antecedentes y una curiosidad lingüística que me acompaña permanentemente decidí ir más allá.
el-pais-de-la-siguaraya-la-letra-corta San Google, que todo o casi todo lo sabe, reconoce la siguaraya como un árbol silvestre muy común en Cuba y Costa Rica que se le puede localizar en las orillas de los arroyos, a lo largo de los caminos, las cercas y también en los montes bajos. Pero la historia no termina aquí.
Mi padre con esa sabiduría campestre, una y otra vez vuelve sobre la misma palabra. Regresa del agro entre molesto, desilusionado e impotente, o las tres cosas juntas, por no poder hacer nada ante los altísimos precios. Llega con gotas chorreantes en el rostro pues lleva tres mañanas consecutivas intentando resolver un trámite y no lo logra. En todas los casos, me dice “niña, no es fácil, CUBA ES EL PAÍS DE LA SIGUARAYA”. No es deliberado escribir la frase en mayúsculas. Es una metáfora realista, que si se mira con un caleidoscopio, se encuentran maravillas.


Mi padre bien podría decirlo para invocar a la suerte para resolver sus problemas, pues de acuerdo con la religión africana, el dueño de la siguaraya es Changó y es el primer palo del monte. Esta planta se utiliza para "abrir los caminos y la suerte de que quien la invoca pero los cierra para el enemigo". Así hacemos los cubanos abrimos las puertas a todos, pero de solo oler que van a quebrantar nuestros logros, ponemos las rejas.

Otra versión posible es la analogía con Cuba por lo difícil que resulta arrancar esa planta. Más de cincuenta años construyendo una Revolución de los humildes, con los humildes y para los humildes, una Revolución de meteduras de pata y rectificación de errores; de cristianos y santeros, de barrios despintados, de esos que la prensa llama “periféricos” según las letras de Buena Fe y el histórico centro citadino abrumado de flashes y turistas. Pero igual, sea del modo que sea, es una isla que permanece retando, embistiendo con firmeza.

Estas dos ideas no tienen por qué molestar a mi progenitor. Al pinareño que tengo en casa eso lo hace sentirse terriblemente orgulloso. Sin embargo, con los ojos abiertos mira el país y lo que le exaspera son los absurdos que vive a diario: la condenada pirámide invertida, los carretilleros haciéndose más ricos que los que trabajan la tierra, la pérdida innecesaria de tiempo en papeles aún más innecesarios, los rincones olvidados de la arquitectura en la Habana. Edificios corroídos y pendiendo de un bloque. Eso le molesta tanto como el bloqueo mental interno, más que el económico y financiero externo y real, tanto o más que las decisiones arbitrarias y las consignas gastadas que ya no dicen nada. Le molesta tanto la censura que impide el desarrollo, como el secretismo informativo. Ahora entiendo su frase. Yo también lo diría sin pena CUBA ES EL PAÍS DE LA SIGUARAYA. (Por Isely Ravelo Rojas)

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