Hace poco le
dije a un amigo que me dedicaría a vender pizzas. Ni yo me lo creo. Pero a
veces me gusta provocar mis espíritus y los de quienes me rodean. Los momentos
de desesperación son ideales para imaginar esas posibles vidas que nunca serán.
Pocas
semanas después, en un día, recibí dos lecciones.
En una
conferencia-conversación, el editor de una reconocida revista cubana desafiaba
a su auditorio: once estudiantes de Periodismo próximos a graduarse. Bastaron
algunas preguntas para trasladarnos rápidamente de temas como las revistas
Social y Carteles, Carpentier, Villena o Emilio Roig de Leuchsenring, al
periodismo cubano de hoy. Es una deuda para muchos.
Y nuca serán
reiterativas las discusiones o las referencias a esta temática si pensamos en
un futuro optimista. ¿Cómo hacer periodismo? ¿Quién hace periodismo en Cuba,
hoy?
No se trata
de competencias con Pánfilo, con Buena Fe o con las puestas en escena de un
director de teatro. Se trata de cómo y por qué hacer periodismo.
Pero
realmente el conferencista achacaba los mayores errores al enfoque político de
esta carrera en nuestro país. Y ese es un buen punto para reflexionar.
Entonces
pensé, por enésima vez, en mi plan docente, el mismo plan docente con el que me
formé como profesional durante cinco años. A punto de graduarme, de lo escrito
hasta ahora para mi trabajo de diploma, lo que más me satisface son las recomendaciones.
Espero que con el tiempo otros capítulos y acápites tengan más significado que
esa penúltima página de angustias académicas.
Vale la pena
repensar conceptos y estrategias, incluso, modos de transmitir los
conocimientos. Recordé entonces las polémicas clases de Teoría Sociopolítica,
los esquematismos del profesor de Historia del Pensamiento Político, los
discursos redundantes de quien nos impartió Preparación para la Defensa o las
preguntas sin respuesta de mi profesora de Economía Política (I y II). Eran mis
clases, a las que me tocaba asistir, aunque muchos fueran a perder el tiempo y
a molestar a otros, en definitiva la asistencia es obligatoria y lo demás lo
resolvían con conexión inalámbrica, con mensajes de texto o con sus capacidades
para abstraerse. No todos los que intentaron impartir clases eran maestros.
Sobre ese
proceso “universidad-rebeldía-clases-asistencia-profesores-utilidad de las
asignaturas” se ha hablado mucho, directa o indirectamente: en reuniones de
la FEU (Federación de Estudiantes Universitarios), de la UJC (Unión de
Jóvenes Comunistas), del Sindicato, en el Departamento de Periodismo, en los
pasillos de la facultad o en la sobremesa, de noche, cuando los padres tratan
de consolar las decepciones que tuvo el hijo durante el día. A veces te
convence más el sufrimiento que las palabras de otros, pero todo reporta nuevas
visiones y recursos para defendernos cuando amanezca otra vez y volvamos a las
mismas clases.
Sin embargo,
nunca lo había visto desde la visión del conferencista: realmente hay un
marcado matiz político en las asignaturas que conforman el plan docente de la
carrera de Periodismo. Y no se trata de limitar esa posibilidad, sino de
potenciar otras y de renovarlas todas.
Me gustaría
que el profe de Historia del Pensamiento Político me hubiera hablado de las
estrategias sociopolíticas de Obama, de su gobierno. Me gustaría haber conocido
en Preparación para la Defensa los nuevos avances tecnológicos de la ciencia
militar o que el elocuente profesor de Teoría Sociopolítica hubiera dedicado
más horas-clase al análisis del caso Cuba. Para formar buenos periodistas y
hacer buen periodismo, decía el conferencista, primero tiene que creérselo la
facultad y los estudiantes que se convertirán en profesionales de la
comunicación. Además, según él, faltaban campos como la sociología del arte o
el periodismo gráfico, no incluidos en los planes docentes de la carrera.
Mientras
tanto, entre mis recuerdos estudiantiles y los deseos sin cumplir, se repite
una y otra vez la palabra POLÍTICA, no solo en los nombres de algunas
asignaturas, sino también en el enfoque de otras. Entonces pienso en las
sorpresas que nos da la vida y en mi resistencia a que las desilusiones me
ganen la pelea.
Después de
la conferencia, de camino a casa, vi en la calle al profesor que me había
impartido Preparación para la Defensa. Ahora se dedica a repartir boletines
promocionales (de negocios particulares) en esquinas concurridas de La Habana.
Hola Eduardo...genial el escrito, como siempre.
ResponderEliminarYo también me he quejado muchísimo de eso en mi univ. y estudio Ingeniería! también conversando con compañeros de otras carreras/universidades tienen el mismo problema “universidad-rebeldía-clases-asistencia-profesores-utilidad de las asignaturas” asi que tranquilo...que no se aplica exclusivamente a la carrera de periodismo. :D
Gracias Jesú por tu comentario. Nos satisface mucho que el post te haya gustado. Y sí, realmente es una realidad en muchas carrreras. Reflexionamos sobre la nuestra, en función de que cada cual piense "su pedacito". Saludos para ti
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