Desde este
domingo 18 de enero los medios nacionales e internacionales anuncian el deceso
de uno de los colaboradores internacionales en Sierra Leona: Reinaldo
Villafranca Antigua. Según refieren no fue a causa del mortal Ébola sino de
paludismo.
La primera
imagen que vino de golpe a mi mente fue la de su familia, aunque desconocida
para mí, y el terrible impacto de haber perdido a uno de sus integrantes en
tierras lejanas, desconocidas. Pensé en el día en que, probablemente, se
despidieron entre lágrimas, con la esperanza de un seguro regreso.
En África han
muertos cientos de cubanos en los últimos 50 años: desde las guerras en Angola
y Etiopía
hasta las colaboraciones en salud, educación y las más diversas
áreas. Allí han quedado nuestros hermanos que como Reinaldo, llegaron hasta
aquella tierra para saldar deudas históricas y ahí quedaron.
La muerte es
inevitable, no hay dudas; pero siempre duele pensar que uno de los nuestros ha
muerto en alguna parte, aun y cuando toda lógica patriótica debería hacernos
pensar con orgullo en una vida ofrendada por alguna causa noble. Lo cierto es
que hablamos ahora de uno menos de los nuestros, un muerto más de la Patria.
Gloria a
nuestros colaboradores internacinalistas, a todos los que han muerto por los
más diversos sueños. (Por Eduardo Pérez Otaño)
Desde este
domingo 18 de enero los medios nacionales e internacionales anuncian el deceso
de uno de los colaboradores internacionales en Sierra Leona: Reinaldo
Villafranca Antigua. Según refieren no fue a causa del mortal Ébola sino de
paludismo.
La primera
imagen que vino de golpe a mi mente fue la de su familia, aunque desconocida
para mí, y el terrible impacto de haber perdido a uno de sus integrantes en
tierras lejanas, desconocidas. Pensé en el día en que, probablemente, se
despidieron entre lágrimas, con la esperanza de un seguro regreso.
En África han
muertos cientos de cubanos en los últimos 50 años: desde las guerras en Angola
y Etiopía hasta las colaboraciones en salud, educación y las más diversas
áreas. Allí han quedado nuestros hermanos que como Reinaldo, llegaron hasta
aquella tierra para saldar deudas históricas y ahí quedaron.
La muerte es
inevitable, no hay dudas; pero siempre duele pensar que uno de los nuestros ha
muerto en alguna parte, aun y cuando toda lógica patriótica debería hacernos
pensar con orgullo en una vida ofrendada por alguna causa noble. Lo cierto es
que hablamos ahora de uno menos de los nuestros, un muerto más de la Patria.
Gloria a
nuestros colaboradores internacinalistas, a todos los que han muerto por los
más diversos sueños. (Por Eduardo Pérez Otaño)
Gloria a todos los que han muerto en defensa de alguna causa justa.
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