Toca
mi mano, siente sobre mi mano lo que con palabras no puedo decirte ahora. ¿Qué
sientes? No es una mano cualquiera, es la mÃa. Déjame sentirte, déjame tocarte
con estas manos que un dÃa habrán de conocerte si el tiempo y tú se lo
permiten. Cuánto dieran estas manos por buscar ahora el significado de su
existencia en cada parte de ti, en cada uno de tus cabellos, en tu cara, en tu
pecho, entre tus piernas. Deja hacer a estas manos, deja que busquen sentido a
su existencia y a mis deseos. Deja que mis manos te digan todo lo que soy
incapaz de articular en palabras, deja que te toquen una vez más, solo una vez
y sabrás cuánto oculto. PermÃtele a mis manos ser y déjalas libres. No, no las
pares, no las limites, déjalas libres y no te arrepentirás, te lo prometo. (Por Eduardo Pérez Otaño)
1 de diciembre de 2014
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