AsÃ
como cada siglo tiene su generación, cada generación tiene su cometido. Quizás
para esta centuria sea nuestra pléyade de jóvenes nacidos a finales del pasado
milenio la única alternativa posible.
La
lucha toma muchas formas en correspondencia con los tiempos que corren. Para el
panadero su supervivencia está en la harina que amasa dÃa a dÃa y en el horno
que le permite dar el acabado a su gran obra. Para nosotros la existencia
dependerá de cuán decididos estemos a hacernos cargo del porvenir, mas nuestros
hornos serán las ideas.
¡Jóvenes
de la generación: de nuevo el deber toca a la puerta! La lucha es otra,
diferente. No temáis a los que...
aseguran que no hay razones ni motivos. OÃdos
sordos a los que no cejan en el empeño de hacernos ver que nuestro deber es
otro distinto a este.
¿Por
qué luchar? ¿Cuál es el sentido que nos ha de mover? La respuesta es simple:
ser dueños de la Patria, la misma a la que pareciera hemos dado la espalda. La
conquista de nuestro deber más que la conquista del poder ha de ser la razón
fundamental. El gobierno no es gran cosa. No importa quién mande en una nación
donde sus hijos están de espaldas al futuro.
La
Patria llama nuevamente a formar filas. No hay más enemigo que nuestro temor a
la responsabilidad que ha de implicar tamaña tarea.
La
tiranÃa del “todo está hecho”, la sinrazón de la confianza desmedida en lo
conquistado, no puede ser la explicación que nos convenza. Los nuevos tiempos
demandan brazos fuertes y mentes ágiles, las mismas que le sobran a esta
generación.
La
lucha es nueva y más intensa por cuanto nosotros somos nuestros más acérrimos
enemigos, pero no por ello nos hemos de detener.
¡Preparémonos!
Que la sorpresa no se adueñe de nosotros cuando redoblen las campanas.
¡Arriba
generación: la hora ha llegado! (Por EPO)
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