“Lo mejor es el fuego,
Nos conduce a lo mejor que somos:
La ceniza...”
La noche. Abilio Estévez.
Estreno de Cara de Fuego |
Traducción
El trabajo con los cuatro actores fue difícil, signado
por su participación en otros proyectos teatrales para la misma fecha, todos
jóvenes, con formaciones diferentes y aún en crecimiento individual y
colectivo.
Crear un lenguaje común desde corpografías y tratamiento
psicofísico extra cotidiano, en fricción con un texto eminentemente psicológico
deudor de lo mejor de la escuela alemana
de desdramatización, fue el objetivo primordial.
La poesía del cuerpo en estos muchachos entrenados en la
danza teatro se potenció en esta pieza; los desplazamientos, el baile, los
movimientos acrobáticos, la agresividad en el cuerpo, desde el cuerpo, para el
cuerpo… único y colectivo.
Actualmente se ahonda en la psicología de los personajes,
la progresión dramática, la comprensión del relato; poco a poco vamos, junto al
equipo técnico, ajustando la relojería teatral.
Aún permanece fresca en mi memoria el primer día de
trabajo en el espacio con la escenografía y las luces, un ensayo con público
dónde estos tejidos del espectáculo brotaron sobre la escena. La profundidad
del telón de fondo, la mesura de los cubos geométricos usados para componer la
dramaturgia del espacio, los colores fríos de la iluminación.
Un ambiente de opresión y encierro que deja entrever los
artificios de la representación. Otro de mis objetivos para esta puesta pude
cumplirlo y fue articular el relato teniendo a las luces y la banda sonora como
otros personajes: la iluminación medida fundamentalmente por el tono de
tragedia del texto original; la magia de la frialdad sobre los vestuarios
blancos, grises y negros; la palidez de los intérpretes incrementada por los
cabellos teñidos de oscuro.
Mientras, la música abrió al espectáculo múltiples
universos referenciales: citas a bandas sonoras Yann Tiersen o José María
Vitier, temas de la década prodigiosa,
clásicos como «Drume negrita» en la voz de Merceditas Valdés, «La vie en rose»
de Edith Piaf o «Like a Virgin» de Madonna, de Carlos Varela a Stanley Clarke
para desembocar en un saludo a lo Gaga: apoteosis de estilos y connotaciones
culturales diversas.
La terrible
circunstancia
Cuando todos los participantes del proceso, inclusive los
actores, se detuvieron en la importancia de reflejar el fuego en el montaje,
preferí situarme en el elemento contrario, el agua.
El margen de la expectación fueron botellas de Ciego
Montero, estancada, delimitante, agua que los actores usaron sobre el cuerpo,
en sus bocas, inclusive sobre el público.
Luego de comenzado el proceso supimos que en la mayoría
de las comunidades a dónde iríamos el agua es salobre y de baja calidad para el
consumo humano, trayendo consigo un grupo de enfermedades digestivas y
urinarias en la población local.
La esperada expectación
Es oficial que dentro del programa de la Gira número
veinte por los poblados de la Ciénaga, Cara
de Fuego no compartirá la noche con otro proyecto de música o danza como es
costumbre; nos pone la parada más arriba siendo el primer día en cada lugar.
Una nueva obra habrá comenzado ahora, cuando el público
participe de todas las maneras posibles, las posiciones encontradas, los que
entienden todo, los que nada, los fascinados, los escépticos, los a favor y los
en contra.
Nos toca observar a los observadores, las (des)conexiones
con sus realidades, lo fictivo pugnando con ¿lo real?
Y sentir cada noche como carburan mis ideas, se subliman
mis ilusiones y fenece un teatro para, dentro de poco, volver a prender(se). (Por Reynaldo Tejadilla González)
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