“Lo mejor es el fuego,
Nos conduce a lo mejor que somos:
La ceniza...”
La noche. Abilio Estévez.
Estreno de Cara de Fuego |
Génesis
Confieso
que la pieza teatral que me compungía para esta etapa de mi vida era “El
maleficio de la mariposa”, la primera obra de Lorca, lejana en estructura a sus
creaciones posteriores pero con los mismos temas de la libertad individual, la
frustración humana y la existencia.
Después
de tener todas mis presunciones estéticas esclarecidas para un montaje; la
realidad me obligó a abortar este derrotero, había poco tiempo para un pieza de
tal magnitud en el Conjunto Artístico Comunitario Korimakao, un lugar de arte
complejo y enriquecedor con una meta anual de girar por las comunidades de la
Ciénaga de Zapata, para de esa manera proponer
arte joven y ponerlo a dialogar con la naturaleza del cubano de a pie, ese a
quien le es difícil acercarse a la institución Arte.
Confieso
que me es complejo manejar mis frustraciones, rezago de niño bitongo de los
ochenta. El día de la discusión de los proyecto para la Gira, un gran amigo me
propuso que «Cara de fuego» podría ser una opción. Esa noche la casualidad hizo
que, junto con un virus de «bienvenido al mundo del silencio», descubriera en
la computadora de mi partener de
cuarto, esta obra del alemán Marius von Mayenburg.
Desde
ahí todo fue vertiginoso: revisar los actores del elenco, la materia
primerísima de este proceso arduo y difícil; concebir una familia ficcional y
real para hablar de piromanía, desarraigo y trasgresión.
De
nuevo la exposición al Consejo Artístico, las opiniones encontradas y el voto
de confianza. Ese que te hace no cesar en el empeño, aún en el empedrado camino
que se avizoraba en la utopía… para caminar. (Por Reynaldo Tejadilla González)
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