Por primera vez…siempre - La letra corta

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21 de noviembre de 2013

Por primera vez…siempre




“No te quedes inmóvil al borde del camino…
No te llenes de calma…”
Mario Benedetti

Por Yoel Almaguer de Armas 

Por primera vez... siempre
Cuando nací pesé solamente seis libras y media. La gente decía que era culpa del periodo especial pero mi mamá, que ya me conocía lo suficiente, respondía que de nacimiento era malagradecido para las comidas. Quizás ella no tuvo muchas fuerzas o deseos de jugar de manos con mi papá, pero como dice el dichito: “jueguitos de manos…” Los años  han pasado,  ya tengo veintitrés y en este tiempo no han faltado los buenos ratos, aunque a veces el destino traiciona y se vive más en la espera insegura, pero de ella también se aprende.


Me acostumbré a que la gente me soltara en cualquier lugar: “niño pero que flaco te veo”, porque para muchas  personas mayores la comida es la causa y el efecto de las cosas. Han sido tantas veces con la misma historia que no recuerdo la primera persona que, con tanta sinceridad, se fijó en mí, en mi físico. Y eso sucede, nosotros casi siempre recordamos lo mejor y lo peor, el resto queda como lo normal, y es que lo normal es tan previsto, tan insignificante a veces, tan cotidiano, que un día, al menos un día en la vida deberíamos correr un riesgo anormal, probablemente así conozcamos la esencia de lo que somos.

A diario tenemos primeras veces. A diario caminamos por un lugar desconocido y pensamos en algo nuevo. A diario comparamos esto con aquello y buscamos semejanzas entre las cosas sin  sentidos. A diario alguien nos sorprende para bien. A diario dejamos para mañana lo que únicamente puede hacerse hoy. A diario nos miramos en el espejo y nos notamos diferentes, y hay quienes quieren parecerse a ayer, porque  existen personas que no están listas para enfrentar cambios y transformaciones ni siquiera en su rostro. A diario alguien nos ofende en la guagua, en la oficina, en la escuela, hasta la soledad nos ofende a diario, pero es bueno tener algo ilógico en qué pensar, reír y luego, siempre, olvidar. A diario dedicamos veinticinco horas del día a pensar  las cosas y olvidamos que el tiempo no perdona. A diario nos preguntamos si esto es lo que merecemos, mas, la vida no es de merecimientos, ¿quién merece llorar?

A diario compartimos la intimidad con alguien que no es la persona deseada pero resuelve problemas o llena un espacio. A diario nos reprimimos oportunidades, conozco a una amiga que no quiso ser feliz porque se negó a preguntar un número de teléfono, y es que de cosas sencillas depende la felicidad del ser humano. Nada es difícil, peor es estar muerto, aunque dicen que después se tiene otra vida, pero lamentablemente no es algo seguro para todos. 

Hoy estás vivo, hoy por primera vez puedes correr la mesa y comer en familia, puedes decir te quiero y si sientes pena hazlo bajito, quien te escuchará  seguro será un persona feliz y tú dichosa, porque no todos los seres humanos sabemos decir cosas que para muchos están prohibidas. Hoy puedes hablar con tus recuerdos y puedes cuestionarlos, la “perfección” del futuro depende de los fracasos del pasado. Hoy, por quinta, octava, por otra vez, puedes regalarte un espacio para pensar en ti mismo, eso también puede ser un buen punto de partida. Siente que  errar es la virtud de las personas que no se quedan estáticas, que piensan y quieren, que necesitan y que a pesar de todo, se aferran a soñar despiertos una realidad insegura aún.

No somos eternos, pocas cosas quedan para siempre, ellas, las cosas, se escapan, van y vienen y muchos de nosotros seguimos aquí: inconformes, deseosos, cansados, con esperanzas o no, con fe o sin ella, pero aquí, en el día a día que es la mejor escuela, el mejor salario y el único lugar para saber o imaginar a dónde vamos y qué queremos.

1 comentario:

  1. Enhorabuena por tus reflexiones...Vale la pena conocer, esperar, compartir, comparar, sorprendernos, pensar, decir, errar, y nunca dejar de soñar con la mejor de tus banderas. Un abrazo, a la vuelta de la esquina.

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