Entrevista exclusiva para esta
publicación con el periodista venezolano Walter Martínez, conductor del
programa Dossier.
Por Eduardo Pérez Otaño

¿Son poderosos los medios de comunicación? Una simple
mirada al acontecer diario pudiera aportarnos elementos irrebatibles para dar
respuesta a esta interrogante.
Mientras por una parte el mundo se debate ante la
posibilidad de la desaparición de la especie humana y otros tantos problemas a
los cuales prestar atención, una parte importante de los medios se dedican a
crear una vida paralela, a convencernos de que todo está bien y no hay por qué
preocuparse; mientras, los políticos se discuten los cargos, los pobres son
cada vez más pobres y nuestra querida, contaminada y única nave espacial da sus
últimos suspiros.
¿Es privativo el dominio que ejercen los medios de
comunicación de determinados contextos? ¿Son una herramienta de sectores
exclusivos para, de forma camuflada o abiertamente, imponer y en el mejor de
los casos reproducir ideologías?
Son estas algunas interrogantes que bien pudiéramos haber
debatido con quien muchos consideran un decano del periodismo internacional. Mas
el tiempo y las condiciones nos jugaron la mala pasada y debimos conformarnos
con este tema: los medios de comunicación en el mundo actual.
Hace como
treinta años que este servidor comenzó a desarrollar la idea de que debíamos
prepararnos para un mundo que se iba a ver globalizado. Hace treinta años
parecía algo novedoso, ahora es una realidad contundente, porque fuimos
pioneros en la transmisión de información vía satélite.
De hecho
cuando Walter Cronkite (1916-2009, reconocido periodista y presentador de
noticias estadounidenses), heredero de la única tradición más o menos académica
de la CBS, porque Fox y CNN son basura absoluta, pero CBS pretendía en esa
época tener un respeto académico, se quejaba en Estados Unidos de que en el
estelar solamente tenía media hora para hablar de economía, deportes, política,
nacionales, internacionales, sucesos y nunca podía profundizar, en Venezuela ya
teníamos en el año 1971 el único satélite de uso civil que llegaba a nuestras
latitudes, y me tocó a mí, por kamikaze.
Dijeron:
“¿quién se anima a bajarlos en vivo, traducirlos y comentarlos?”. Nadie se
atrevió, me tocó a mí. Cuando Walter Cronkite se quejaba de que en media hora
no podía dar todo porque se iba a quedar en los types, dedicamos ese tiempo solo a internacionales previendo la
situación que estábamos planteando. Estamos hablando todavía del contexto de la
Guerra Fría.
Venezolana de
Televisión, en la que yo estoy ahora, es la heredera de Televisora Nacional que
a principios de la década del setenta hizo ese alarde de desafío tecnológico;
el único que se atrevió a fildear,
porque había que fildear, no sabíamos
cuál era el contenido de las noticias, pero había que interpretarlas y
traducirlas en lo posible y comentarlas, y se formó un programa de
internacionales exclusivamente, como a las dos de la tarde.
Las dos de la
tarde era un horario solamente para telenovelas. Era imposible pensar que un
programa de análisis internacional tuviera éxito. De hecho no había programas
de análisis internacional de media hora, había types.
Pues ganamos
el Premio Nacional de Periodismo, ese fue el primero de otros diez que vinieron
después, pero abrimos esa brecha y demostramos que a la hora en que las
telenovelas eran reinas, un programa que tuviera respeto por el televidente y
por el contexto podía tener aceptación.
Bueno, ahora
hicimos lo mismo. A las diez de la noche solamente la gente veía telenovelas y
Dossier acaba de derrotar en el rating
reiteradamente lo que parecía imbatible, el rating
máximo de la novela de mayor éxito, eso es romper todos los esquemas.
Pero voy al
grano en el otro aspecto, hace treinta años hablábamos de prepararse para un
mundo que iba a quedar interconectado vía satélite y por tanto las guerras
modernas tendrían dos teatros de operaciones, me llamaban un loco cuando yo
decía esto, el teatro real donde se combate y el teatro paralelo o alternativo
proyectado en los medios. ¿Por qué? Porque en el futuro sería lo que ahora
nadie discute: las neuronas son el campo de batalla.
Si tú haces
las cosas bien en el teatro de operaciones y no las sabes vencer bien en la
opinión pública, no importa que ganes la batalla, estás perdiendo la guerra. Y
si lo haces mal y convences a la gente de que los estás haciendo bien por lo
menos tienes espacio, y la maniobra estratégica es espacio y tiempo, por ahí
va…
Pero ahora
nadie duda de lo que hablábamos cuando nos llamaban locos, ahora es común lo
que estoy diciendo; pero hace treinta años más que novedoso era agresivísimo y
difícil de aceptar.
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