Foto: Alejandro A. Madorrán Durán |
Por Eduardo Pérez Otaño
La
Habana le queda chiquita. Demasiado chiquita. Se sabe de memorias los mejores y
los peores barrios de esta ciudad maravilla. Los ha recorrido muchas veces.
Todos o casi todos. En un tiempo, de poco fashion,
sin saber a qué atenerse.
Ahora
escoge. Eso es una ventaja. El implante de pelo y de senos ayuda. Es una
inversión. En el negocio no se puede descuidar nada. Ni el acrÃlico de las uñas
ni el mejor vestido, fashion también,
claro está.
Con
veinticinco años Sandra se conoce de memoria los secretos de La Habana y del
sexo. Sabe todo lo que se puede hacer, lo mismo en una noche que en una hora.
La
vida cada quien la lucha a su manera, como puede y con lo que puede. Eso le
dice a quienes insinúan la menor de las palabras de reproche. No mato, no robo.
Cumplo hasta con casi todos los mandamientos, se defiende.
Estudiábamos
en la Universidad. La conocà un dÃa de aquellos en que comenzábamos el primer
año. VenÃa con medio mundo recorrido. Ahora que vuelvo a coincidir con ella repaso
algunas fotos. Cuando nos graduamos ya era otra: dos operaciones para implantes
de silicona de más, labios más abultados, tres viajes al viejo continente y un
pasaporte disponible para nuevas aventuras.
-La
vida no es para pasar tanto trabajo mijito…
Y yo
la miro. Cansado del trabajo de la semana. De tanto madrugar sin que por ello
amanezca más temprano.
-En
eso estamos- le respondo, y cruzo la avenida.
Las
casualidades de una tarde me hicieron coincidir también con otro de mis
compañeros de estudio. Él sà conoce bien a Sandra. A su manera. Era (o quizás
es) su amigo.
A no
pocos nos hervÃa la sangre cuando asumÃa aquella actitud de criado atento.
Media hora antes de comenzar las clases salÃa a comprarle el paquete de
galleticas de chocolate y la caja de jugo, escena con la que habrÃamos de
convivir durante cuatro años.
Me
acuerdo de aquello que una vez leÃ: detrás de todo hombre hay una gran mujer.
Termino por reÃr. Las coincidencias son asà de locas.
Esta
ciudad parece que sÃ, que es demasiado chiquita después de todo.
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