En política nada es
casual. Luego del 17 de diciembre de 2014 una verdadera avalancha de
presidentes, cancilleres y otras altas autoridades internacionales han decidido
visitar la Mayor
de las Antillas y tomarse la foto en la
Isla del Caribe, hasta hace poco tiempo castro-comunista y
ahora sencillamente una “nación que se abre al mundo".
François Hollande
lo expresó con todas las letras durante su conferencia política, para nada
magistral, en el Aula Magna de la Universidad de La Habana: "soy el primer
presidente occidental que visita Cuba y después de mí vendrán muchos
otros".
En el siglo XVIII Quincy
Adams presentaba la famosa doctrina denominada "de la fruta madura",
según la cual la isla de Cuba, en manos de España por aquel entonces, caería
por su propio peso, como una manzana, en las manos de los Estados Unidos de
América.
Fríamente
analizado, para buena parte del mundo Cuba ha comenzado a caer, quizás
demasiado lentamente pero al fin y al cabo está en
descenso. Barack Obama, en
su discurso simultáneo con el del Presidente Cubano, con seguridad muchas veces
rescrito y otras tantas revisado, aseguró con toda claridad que la gran
potencia del norte cambiaba su estrategia pero no sus intereses y agregaba que
los ciudadanos norteamericanos serían los mejores embajadores en el proceso de
normalización de las relaciones.
Tres invasiones
garantizan en los tiempos de la contemporaneidad que las manzanas finalmente
caigan: la invasión económica que avala la dependencia a largo plazo en un
mundo donde la economía es una verdadera tela de araña y si tiemblan unos todo
se remueve; la invasión mediática que asegure el control ideológico y el
movimiento de la opinión pública; y la invasión cultural que finalmente
sostiene el más absoluto de los poderes desde la hegemonía gramsciana.
Pareciera que para
Cuba ha comenzado la primera de las invasiones y el mundo no quiere quedar
fuera del reparto del pastel durante tanto tiempo esperado. Hasta el lejano
Japón ha llegado a esta tierra para poner en claro sus intereses, amparado en
400 años de intercambio cultural desde que arribó el samurái en el siglo XVII,
aunque primero su canciller haya pasado por Washington para asegurarse que no
cometerían un error.
Italia, Francia,
Países Bajos, la Unión
Europea y otros tantos comienzan a mover su ajedrez político
para adecuarlo a los nuevos tiempos donde Cuba es la moda. Y quien no pase por
esta isla para conocer su verdadero calor y se tome la foto oficial junto a los
mismos guerrilleros a los que el mundo cerró las puertas en la década del
sesenta del pasado siglo, quedará relegado en el juego mundial.
Para Cuba el reto
radica fundamentalmente en asegurarse que aunque el árbol sea sacudido una y
otra vez, la manzana no se desprenda. No olvidemos aquello de que la clave
radica en injertar en nuestras repúblicas el mundo pero que el tronco siga
siendo el de nuestras repúblicas. (Por Eduardo
Pérez Otaño)
Esperar que no caiga seria ir en contra de la naturaleza
ResponderEliminaraqui lo importante es, en manos de quien cae.
Gracias por el comentario. Las leyes de la historia son implacables. en efecto, creo que la preocupación ahora mismo no debería ser qué cae y cuándo cae, sino en manos de quién o quiénes. un amigo hace unos días me decía: "Vivir para ver". Será que la única alternativa es esperar a ver qué pasa? El tiempo y la historia dirán...
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