Por
István Ojeda Bello
Tomado
del blog Cubaizquierda
En términos periodÃsticos
dirÃa que The Post no serÃa el gran
reportaje que colmarÃa las páginas centrales de los diarios matutinos o
enloquecerÃa las redes sociales contemporáneas. Steven Spielberg apenas ha
hecho una buena noticia de portada, correcta, directa, concisa, en el instante
adecuado sin llegar a la altura de sus obras anteriores.
No parece que tuviera grandes
pretensiones fuera de mandar un mensaje claro ahora que los principios
enarbolados por del periodismo estadounidense están en entredicho. Es imposible
no pensar que The Post es una
declaración de principios frente al presidente Donlad Trump, secundada por la
Academia concediéndole un lugar entre los finalistas a los Oscar en su
categorÃa más renombrada: la pelÃcula del año.
Hoy encabeza el gobierno en
Estados Unidos un hombre que sostiene una de las relaciones más difÃciles con
los pesos pesados de la prensa de su paÃs que se le ha opuesto desde que inició
su carrera hacia la presidencia. No pasa una semana sin que sepamos de algún
que otro encontronazo de la Casa Blanca con reporteros, presentadores de
televisión o editorialistas de los más encumbrados medios de comunicación de su
paÃs.
Curiosamente estos constantes
affaires están siendo increÃblemente rentables para los enemigos mediáticos del
magnate. Analistas citados por The
Huffington Post aseguran que “la única manera de que el NYT [The New York
Times] permanezca rentable es que Trump se reelija”. El Times neoyorquino,
dicen, “consiguió 41 mil suscripciones tan solo en la semana posterior a la
victoria del presidente Trump”.
El propio The Washington Post, comentan “logró un aumento de tráfico del 50
por ciento y un aumento del 75 por en nuevos suscriptores", tras dar a
conocer historias controversiales ligadas al actual ocupante de la Oficina
Oval.
Spielberg por su parte envÃa
sus propios misiles al actual gobierno poniendo en la boca de sus personajes
frases como “la única manera de defender el derecho a publicar es publicando”;
o “En la Primera Enmienda, los Padres Fundadores dieron a la libertad de prensa
la protección que debe tener para cumplir su papel esencial en nuestra
democracia. La prensa debÃa servir a los gobernados, no a los gobernadores”.
The
Post
transpira mucha nostalgia por un tiempo pasado que juzga idÃlico. Los años de
la transformación o del nuevo periodismo. Repasa los prejuicios de género con
expresiones del tipo “Kay, a la gente le preocupa tener a una mujer a cargo del
periódico, que no tiene la determinación de tomar decisiones difÃciles”; le
rinde culto a en la rebeldÃa femenina de entonces cuando una joven jefa de
equipo reporteril subraya: “no quiero historias de zapatos y vestido”; y por
último coquetea con el idealismo reporteril estadounidense viendo al veterano
periodista sonriendo en su regocijo de sentirse parte de lo que cataloga de “pequeña
revolución”.
Spielberg no traspasa, y no
creo que quisiera hacerlo, la frontera de reforzar el supuesto de que la prensa
deponÃa presidentes, aunque experiencias posteriores demostraran que hace falta
mucho más que una serie de reportajes para acabar con el mandato de un
presidente de los Estados Unidos.
The
Post,
sÃ, me dejó escuchar la voz de un paranoico Richard Nixon desde la Casa Blanca
y si suponemos ciertas apenas la mitad de las afirmaciones Fire and Fury sobre Trump, uno se imagina que esté diciendo cosas
parecidas.
La cinta me volvió a advertir
que es siempre el cine estadounidense de quien escuchamos cuál debe ser el
modelo de periodismo. ¿Será que nos tomamos demasiado en serio el asunto que a
lo sumo nos mofamos o caricaturizamos el nuestro? Quiero pensar que habrÃa
entre nosotros historias lo suficientemente buenas ¿O no?
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comente acá... porque somos de letra corta: