Martí demostró con sobrados ejemplos la valía de hacer
una obra periodística ajustada a las condiciones en que se desarrolla, y sin
perder el necesario papel de vanguardia. Cuba, a más de un siglo de aquella
época que viera obrar al Maestro, también exige de las bondades de esta
profesión.
Mas por momentos parece el periodismo quedar dormido o
carente de energías suficientes. En otros es banal, superfluo, poco profundo, e
incluso, irreal. En ocasiones se torna incapaz de encontrar el punto exacto, de
tocar el nervio que hace temblar el cuerpo…
Ahora bien, no todo cae sobre los periodistas. La
mentalidad cierra muchas veces los caminos imponiendo el secretismo y la falta
de reconocimiento a lo que pudiera ser una vía de progreso, un instrumento para
el triunfo.
No son pocos los dirigentes que niegan una respuesta
precisa, o la enmascaran con las mismas palabras de siempre vacías de
significado, o exigen permisos innecesarios, autorizaciones, papeles y más
papeles, y al fin… nada.
Los frenos son reales, están ahí, y siempre lo estarán.
¿Son acaso más fuertes en estos tiempos o se carece de voluntad?
¿La censura? Sí, existe y es necesaria, a juicio de quien
estas líneas escribe; pero no debe convertirse en el látigo que azota, sino en
el maestro que, justo a tiempo, pone mesura en las acciones de sus aprendices.
Leo ahora fragmentos de Una Prensa Libre y Responsable, por The Commission on Freedom of the Press (Comisión Hutchins),
publicado hace setenta años, y estos arrojan más luz sobre la cuestión:
Hoy nuestra sociedad requiere,
primeramente, una entrega verdadera, completa, inteligente y analítica del
acontecer diario en un contexto que les dé sentido. En segundo lugar, se busca
un foro para el intercambio de opinión y crítica. Tercero, se requiere un medio
para proyectar e intercambiar las actitudes y opiniones de los distintos grupos
sociales. Cuarto, una forma de presentar y clarificar las metas y valores de la
sociedad. Quinto, buscar una manera de llegar a cada miembro de la sociedad con
las corrientes de pensamiento, información y sentimiento que la prensa provee.
Son estas las misiones del periodismo cubano de hoy, un
periodismo que además de arma de combate sea también arma de reflexión, tan
necesaria y urgente en estos días.
No puede ser el periodista el lobo de la sociedad, ni
verse como el enemigo del progreso. Es imprescindible que juegue su papel de
guía inteligente, efectivo y eficaz, con el empleo del verbo ágil, aunque
hiera. Son estas heridas necesarias para evitar males mayores. Llegará el
tiempo en que la presencia de un profesional de la prensa no genere
interrogantes sino exclamaciones.
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