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¿Qué tienen de común David Cameron,
Matteo Renzi y Hillary Clinton? ¿En qué sentido se unen Hungría, Croacia, Reino
Unido, Italia y los “omnipotentes” Estados Unidos?
Italia acaba de decir no a las
reformas impulsadas por su ex primer ministro Matteo Renzi, quien pretendía,
entre otros puntos, transformar el sistema democrático italiano dotándolo de
mayor eficiencia, en particular con la supresión de una de las dos cámaras del
legislativo, innecesaria y contraproducente.
Tildadas de avanzadas y necesarias por
los principales analistas en temas internacionales, el no mayoritario a las
propuestas del gobernante abren ahora la puerta a la salida de Italia de la Unión
Europea, tambaleante desde que Reino Unido decidiera retirarse del pacto
comunitario en rechazo al gobierno supranacional que ha pretendido implantarse desde
Bruselas y Berlín.
David Cameron tuvo que salir también
por la puerta estrecha de la política y debió renunciar incluso a su escaño en
la Cámara de los Comunes. Con el resultado adverso del referéndum en Reino
Unido se impuso la defensa de los intereses particulares por encima de los
comunitarios.
Mientras en Hungría y Croacia avanza
el nacionalismo cristiano, en Francia Marine Le Pen se convierte en la cabeza
visible de un fuerte movimiento ultraconservador y para no ir más lejos, en el
propio viejo continente, Austria se ha convertido en noticia más de una vez,
donde la casa en la cual viviera Adolfo Hitler se ha situado en el centro de
culto para el movimiento neo fascista.
De la vieja Europa a América, donde el
fenómeno Donald Trump echó también por tierra las aspiraciones de Hillary
Clinton, a quien todas las encuestas vaticinaban como la primera mujer en
asumir la presidencia en los Estados Unidos. El voto electoral apostó esta vez
por una “América de y para los americanos” a la antigua, donde la globalización
suena menos beneficiosa para la gran Unión y aun menos para el presidente
electo, quien entre sus primeras medidas anuncia el fin del proyectado Tratado
Transpacífico y la revisión del Acuerdo de Libre Comercio con México.
Cuando parecía que el gobierno mundial
preconizado por más de un político y múltiples analistas marchaba viento en
popa, se ha desatado una ola de gobiernos proteccionistas que han decidido
esgrimir las banderas del nacionalismo. El concepto de la apertura total de las
fronteras y los mercados para que el mundo sea un gran país no se sostiene en
las actuales circunstancias.
La ineficacia de la Organización de
Naciones Unidas para resolver los más acuciantes problemas globales, la
dictadura del euro establecida con mano férrea desde Alemania en
desconocimiento de las necesidades sociales y económicas de países como Grecia,
Portugal y España, y la fortaleza de importantes élites conservadoras que
ostentan el poder económico suficiente como para influir en los destinos
internacionales, son algunas de las causas detrás de este nuevo escenario.
El modelo globalizante mundial tal y
como se había propuesto en las últimas décadas según dictados de instituciones
como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional están fracasando.
Y en esta ola que parece infinita los
retos son cada vez mayores, particularmente para América Latina y el Caribe,
quien ha demostrado que existen otras formas de pensar la integración en
beneficio del ser humano. (Por Eduardo Pérez Otaño)
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