Tomado del blog Cuba Profunda
Para cuando mi mamá cumplió mi edad, ya yo tenÃa nueve años.
Esa cuenta de aritmética elemental me ha dejado pensando y no precisamente en
que me ha agarrado tarde para tener mis propios hijos, porque en definitiva la
planificación familiar y el empoderamiento de la mujer para algo existen; sino
en la relatividad de la percepción: cuando yo tenÃa nueve años, me figuraba que
a los 33 mis padres eran personas viejÃsimas.
Quiero creer que fue eso, un error de
apreciación, lo que provocó la escena costumbrista que aún me da vueltas en la
cabeza.
Sube el telón y aparecen dos muchachos al
borde de los 20 años que conversan animadamente recostados a la fachada de una
cafeterÃa. Baja el telón.
Sube el telón y viene Gisselle caminando
por la acera, pensando de seguro en la rutina laboral que está a punto de
morderle una canilla; con su saya negra, su pullover blanco y verde y su
sombrilla de Artex con arabescos verdes. Vestida y con sombrilla, parafraseando
una canción de Silvio. Y Gisselle se dispone a pasar frente a los muchachos.
Baja el telón.
Sube el telón y casi junto al oÃdo de
Gisselle comienza el diálogo entre los jóvenes que mi abuela calificarÃa como
“unos pichoncitos”.
—Mira, asere, cómo le pega la blusa con la
sombrilla.
—Oye, sÃ, el mÃo; qué bien combinadita
viene.
(Hasta ahÃ, lógicamente, todo en orden.
Todo, excepto el “asere” y “el mÃo”, por supuesto, apelativos que a fuerza de
escucharlos en cada esquina no parecen en Cuba nada del otro mundo. Pero la
conversación pica y se extiende).
—Y lo bien que les queda el color verde a
las rubias.
—Asà mismo, el mÃo. Conclusión: ¡qué
interesante está la veterana esa!
Baja el telón.
Cuando sube el telón, Gisselle ha seguido
de largo como una gata a la que le tiran un jarro de agua frÃa. ¡La veterana
esa! No sabe si reÃrse o si llorar, si aquello era un piropo o una ofensa, si
esos chiquillos recién salidos del tiesto merecÃan una sonrisa o un
sombrillazo. Y mientras baja el telón ella decide que lo va a tomar a la
ligera, como su madre la primera vez que la llamaron temba.
TodavÃa temba es un calificativo que se
puede soportar con entereza, pero veterana suena más bien a sobreviviente de
guerra. Prefiero creer entonces que fue un error de apreciación lo que provocó
ese piropo de pena; un error de apreciación y no la certidumbre descarnada de
que tantos años de stress me están pasando la cuenta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comente acá... porque somos de letra corta: