«Cada
generación debe cumplir su misión
o traicionarla».
o traicionarla».
Frantz
Fannon
¿Seremos
los hombres eternamente dominados? ¿Acaso dependemos de la dominación para
desarrollarnos como especie? ¿Seríamos capaces de reconocer cuándo estamos
siendo sometidos en el nuevo contexto que vive la humanidad? ¿Qué relación
expresa podría existir entre «industria cultural» y «dominación»? ¿Quiénes nos
dominan y cómo lo hacen?
El
siglo XXI, que ha iniciado en plena revolución tecnológica, trae consigo muchas
más preguntas que respuestas. El debate no pasa ya, en estos tiempos, por si la
reproducción técnica provoca que las obras de arte, entendido esto como
concepto diferente al de cultura, pierdan su halo o no.
La
sociedad contemporánea, o al menos una parte de ella, comienza a cuestionarse
el papel que como seres racionales jugamos en un mundo donde son otros los que
toman las decisiones por nosotros, convirtiéndonos en autómatas incapaces de
reconocerlo.
Un
acercamiento a estas realidades nos permitirá reconocer las complejidades de
una búsqueda que se torna casi imposible, por la simple razón de que formamos
parte de esa sociedad que se encuentra constantemente expuesta a la influencia
de los medios; por lo que estaríamos, al estilo de La Matrix, tratando de determinar cuál es el
problema y sus causas, a la vez que formamos parte de él.
¿Seremos
eternamente dominados?
Una
de las grandes preocupaciones del hombre como especie, ha sido el problema de
la dominación. Cada formación económico-social por la que ha transitado la
humanidad, cuenta con innumerables ejemplos de rebeliones contra determinados
poderes hegemónicos, que apoyados en la fuerza, someten a la inmensa mayoría.
¿Cómo
entender el término?
A
grandes rasgos, la dominación pudiera ser el estado en el que grandes grupos de
individuos se someten a la voluntad de una minoría que hace uso planificado y
consciente de medios y recursos a tales fines, con el objetivo de lograr
determinados actos.
Pero
el buen Darwin no se equivoca. Todo evoluciona y se transforma para poder
sobrevivir. Los viejos métodos fueron perfeccionándose, alcanzando su punto de
auge, podría decirse, con las políticas impulsadas por Goebbels, máximo jefe de
los mecanismos de propaganda del Partido Nacional Socialista en la Alemania de
Hitler.
Con
la aparición de los medios de comunicación, en un principio el periódico,
gracias a la invención de la imprenta y más adelante la radio, la televisión y
las redes digitales, la civilización se ha transformado como nunca antes.
Pronto, los interesados en preservar para sí el poder que históricamente ha
sido vetado a las mayorías, comprendieron el enorme potencial de los nuevos
avances.
Teorizar
sobre el fenómeno de la dominación y el papel que en ello juegan los medios de
comunicación sería como intentar hacer un edifico en apenas un día.
Analizaremos sin embargo, algunos aspectos importantes, que bien pudieran
constituir el punto de partida para un análisis más profundo.
El
estudio de las ideas planteadas por los creadores de la Teoría Crítica pudieran
darnos ciertamente, importantes referencias sobre este tema. Según asegura el
politólogo francés Ignacio Ramonet en el texto Propagandas silenciosas: masas, cine y televisión:
«La desconfianza
con respecto a la Industria Cultural y de su silenciosa propaganda se basa
fundamentalmente en tres evidencias:
a) Reduce
a los seres humanos al estado de «masa» y obstaculiza la estructuración de
individuos emancipados, capaces de discernir y de decidir libremente.
b) Remplaza,
en la mente de los ciudadanos, la legítima aspiración a la autonomía y a la
toma de conciencia sustituyéndola por un conformismo y una pasividad
peligrosamente regresivos.
c) En
suma, confirma la idea de que los hombres desean ser fascinados, extraviados y
embaucados en la confusa esperanza de que alguna peculiar satisfacción
hipnótica los llevará a olvidar, por un instante, el mundo absurdo, cruel y
trágico en el que viven».(1)
Resume
el autor algunas de sus ideas sobre la teoría planteada por la Escuela de
Frankfurt. Críticas aparte, lograr la dominación implica reducir a los
individuos al estado de masas en el que les sea extremadamente difícil su
organización y donde, bajo una supuesta libertad de decisión, estas sean
realmente impuestas de forma metódica y planificada.
Hace
referencia el propio Ramonet a una especie de dominación agradable en la que el
individuo se siente “bien” como está, y considera que no tiene necesidad de
hacer “algo” para cambiar el estado de cosas que encuentra a su alrededor.
Hablamos entonces, de una especie de narcotizado, que cree tener todo lo que
necesita; y unos narcotizadores cuya misión es garantizar el bombardeo
constante con todo lo que el sujeto cree necesitar.
Ejemplos
de ello sobran en las grandes y pequeñas televisoras de cualquier país. Los
programas han transformado incluso, sus ritmos para realizar cada cierto tiempo
los cortes, momento en el que se insertan las publicidades. Son estas
precisamente, las que constantemente nos están orientando qué hacer, cómo
hacerlo, en qué momento, por qué; es decir, evita que tengamos que tomar
decisiones en nuestra vida diaria, empleando como justificación la poca
importancia de estas. De tal forma que, de poquito en poquito, nos hemos
convertido en una especie de marionetas sin potestad, cuyos hilos pretenden
camuflarse.
Corresponde
a las generaciones del siglo XXI reconocer estos nuevos mecanismos que a lo
largo del tiempo han ido perfeccionándose sin que cambie su objetivo.
En
el texto anteriormente mencionado, refiere Ramonet uno de tantos ejemplos
posibles. Según afirma, durante la campaña presidencial estadounidense del
2000, el candidato George W. Bush tuvo que reconocer el empleo de mensajes
subliminales en uno de sus spots donde de forma “oculta” llamaba rata a su
adversario Albert Gore.
En
otro sentido, el Presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular, Ricardo
Alarcón de Quesada, en el prólogo de Propagandas
silenciosas, afirma que:
«Se
ha vuelto algo natural una suerte de militarización de los servicios noticiosos
de las televisoras norteamericanas de alcance global --CNN, MSNBC y Fox-- donde
hace cinco meses que el lugar de los analistas lo ocupan generales, almirantes
y coroneles a quienes se identifican como «retirados» aunque curiosamente hacen
análisis semejantes, con una jerga idéntica, esencialmente destinada a
reproducir la línea oficial. Esta, además, es omnipresente, sobre todo con las
casi diarias conferencias de prensa en la que el jefe del Pentágono actúa como
simpático profesor». (2)
Entonces,
¿no hay nada que hacer? ¿Estamos completamente perdidos?
Un
consciente estudio de la historia de las teorías de la comunicación aclaran
rápidamente que los medios de comunicación no son realmente todopoderosos,
aunque no podemos ir de un extremo a otro y negar el papel importantísimo que
juegan en la vida de cada ser humano.
Formarse como receptores activos, capaces de cuestionar todo lo que suceda a nuestro alrededor, evitando el quedarse de brazos cruzados, a la espera de que otros tomen nuestras decisiones, pudiera ser un primer paso de avance.
El
desconocimiento, la extrema confianza, la creencia en falsos paradigmas y modos
de vida que violentan los procesos naturalmente establecidos, el sectarismo y
las divisiones por las más diversas causas, son sencillamente formas de hacer
el juego a los que se creen dominadores.
En tal sentido, el desarrollo de la crítica constante nos permitirá reconocer detrás de algunas supuestas buenas intenciones, la mano que quiere ocultar esas otras realidades. No será este un siglo más de dominación, pero ello dependerá únicamente de nosotros. (Por Eduardo Pérez Otaño)
(1) Ramonet,
Ignacio: Propagandas
silenciosas: masas, cine y televisión. Editorial Fondo Cultural del
ALBA, La Habana, 2003, p.-16.
(2) Ídem,
p.-9.
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